He mantenido contacto
con una perversa dama,
que, a las primeras de cambio,
ya me ha llevado a la cama,
y allí me ha puesto caliente
como pocas veces antes,
sentía la piel ardiente
y las sienes palpitantes.
No es que tuviera temores
pero me he echado a temblar
y, entre espasmos y temblores,
al fin he roto a sudar.
¡Ay gripe de mis dolores,
vete ya y déjame en paz!
© Xabier Abando, 15/11/2017