Miro a través de la ventana
y veo el mar,
sus tibias playas y serenas olas.
Hacia lo alto, el sol radiante
rompiendo blancas y pequeñas nubes
bajo el amplio firmamento sosegado.
El aire es puro y el ambiente cálido.
Sólo un espejismo…
Bullicio apenas tengo frente a mí,
basura y hollín por todas partes
protegidos por unos pocos árboles,
que asfixiados y raquíticos,
reclaman mudos su porción de oxígeno,
igual que todo lo que vive aquí:
desidia, ignorancia y corruptela
ganándole el combate a la cultura.
En tanto, tú y yo
vivimos de esperanzas y recuerdos,
como niños embrujados
que salen a explorar el mundo,
sin rumbo fijo y sin saber de amor.