“Ayer guardé de mis recuerdos lo mejor,/ lo más íntimo, lo prohibido./ Como tristes lloviznas de amor/ y tempestades de olvido”.
Cuando el poema no quiere o se niega a salir,
es como el viento cuando ya no desea soplar;
uno porque no hay palabras de amor por decir,
otro, pues no hay un “te amo” para transportar.
Es como si una planta se te negara a florecer
o que el mismo Dios ya no aceptara tus rezos,
que el sol dijera que no saldrá más al amanecer
y a tu boca yo no pudiera robarle más besos.
Como si el mar ya no fuera indeciso y decidiera
o que la luna ni con luz suya quisiera brillar...
o que alguien que amas en sueños se apareciera
solamente para pedirte que no lo vuelvas a soñar.
Cuando el poema no sale siempre hay una razón,
oculto o de manifiesto me encuentro un motivo,
será que en mis letras ya no se expresa el corazón
o que simplemente, no puede creer lo que escribo.
Como tren que en sus paradas no quiere detenerse
o un avión que aunque corra, su vuelo no levanta,
alguna película romántica que ya no puede verse,
canario que feliz te cantaba y que ahora ya no canta.
Cuando un poema no te sale o escrito no aparece,
es porque ya la inspiración se te ha ido de viaje,
como montaña que se pone triste y no reverdece
porque ha dejado de creer que es un bello paisaje.
Poema que no sale es como muerto que no vivió,
guerra que se perdió y el poeta no está en calma,
tú que lees, crees que mi poema es éste que hice yo
y no sabes que es el que se negó a salir de mi alma.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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