Te extraño… no debiera, pero te extraño...
el mirarme a tus ojos y perderme en ese universo infinito
que es la profundidad de tu alma
en el cosmos interminable
de los sueños e ilusiones.
Se extraña el océano de tu boca
el manantial de tus besos,
el huracán de tu aliento,
fresco como la brisa de la mañana
o el arroyo de tu sonrisa cantarina
pura, blanca, cristalina.
Tus caricias… dulces y suaves caricias
dadas a la piel pero que llegaban al alma
que hacían vibrar hasta la última fibra
esa fibra tan íntima,
que solo el verdadero amor es capaz de mover…
dadas desde el alma, para el alma...
Ese verdadero amor que al recordarlo,
hace que se humedezcan los ojos
y una lágrima salobre ruede por el rostro avejentado de ausencias
hasta depositarse en el desierto reseco de labios muertos.
Ese amor verdadero que deja vacíos en el pecho
lleno de nada, adolescente de nostalgias
carente de todo.
Más… no solo se extraña el amor
o los besos, las caricias…
Demonios!!! Ni siquiera el sexo…!!!
bendito sexo de mieles y humedades
cuerpos sudorosos y jadeantes
de pieles tibias, suaves
de sábanas y trasnoches.
No… no es eso… se extraña tu esencia
tu avasalladora presencia
tu ser inconmensurable
tan mío y no, que llenaba mis días
e iluminaba mis mañanas
que espantaba a las horas aciagas
del hastío del inverno…
Que era capaz de hacer florecer mis años de otoño…
De ese amor verdadero…
único, fugaz y eterno
que supo darle vida y fuego mi corazón,
que hizo que por mis venas
volviera a correr la sangre en torrente
hoy ya ni cenizas quedan…
tan solo recuerdos…
un puñado de hojas secas...
un viejo libro de poemas…
y una triste canción…
-. Par