A caballo entre el infierno y el cielo
navegan, desprovistos de armazón,
arrumacos envueltos de pasión.
Puesto a elegir, me quedo con tu pelo
ondeando frente a mí, cándido velo
nebuloso que conquista el bastión
castigado a base de desazón;
expuesto a la inclemencia del desvelo.
Perfilaré en mi memoria tus gestos,
oblígame a crear inolvidables
vínculos que sincronicen tu gracia
espontánea con mis locos arrestos,
detendré en los recuerdos, cuando me hables
al oído, tu timbre en acrobacia.