Me duele tu dolor
a pesar de no ser en mi,
sangra gota a gota
cada risa que viví.
La espada que en tus manos puse
hoy hundes con suavidad,
quieres que sea su estuche
mi pecho y proteja su filo mi lealtad.
Puedo buscar odiarte
tras el rasguño que dejaste,
pero no puedo ni siquiera
aprender a olvidarte.
El sentimiento enarbola su color,
y reconozco aquel
que forjamos a calor
de pinceladas en la piel.
Porque con el corazón en pedazos
mi abrazo a tus brazos va,
destellos y retazos
del que está y no esta.