Joseponce1978

TrĂ¡gica noche

Me acaba de ocurrir algo terrible. He cogido el coche para salir del pueblo y, como siempre, mi amigo fiel, mi compañero infatigable, mi adorable perro ha salido corriendo detrás del vehículo. Aún lo veo a través del espejo retrovisor persiguiéndome a todo lo que sus patitas le dan tratando de darme alcance mientras que yo acelero para dejarlo atrás y que no se canse demasiado. Hace un par de horas, como digo, he tenido que coger el coche para ir a la ciudad, era de noche y no veía nada. Saliendo del pueblo, al girar en un cruce para cambiar de dirección, he sentido como las dos ruedas izquierdas( la delantera y la trasera) han pasado por encima de algo. Me he temido lo peor. He dado la vuelta temblando y en medio de la oscuridad, bajo el haz luminoso de los faros, mis peores presagios se han confirmado. Sobre un charco de sangre la mancha negra de mi querido can. He detenido el coche y me he bajado apresuradamente hasta situarme a su lado. Al agacharme, bajo la mirada acusadora de infinitas estrellas, lo he tocado y su peludo cuerpo todavía estaba caliente, he comprobado que no respiraba...

¡Oh amigo! El eco de tus ladridos amartilla mis sesos, tu ya estas en el cielo de los animales(en realidad no hay infierno de animales)pero yo, cuanto tiempo voy a tener que seguir soportando esta tétrica existencia. Que sentimiento de culpabilidad más abrumador. Sé que no has sufrido, te ha venido la muerte sin dolor, como debería ser siempre, pero esto no me sirve de consuelo. Vuelve amigo, muérdeme, no quieres ¿verdad? Con tu tierna mirada me dices que nunca me morderías, no me des más lametones, te lo suplico. ¡muérdeme! Es una orden,¡obedéceme! Desgárrame el alma a dentelladas. No merezco seguir aqui, en estado orgánico, en un mar de lamentos, acorralado de lamentos, encaramado a esta pena que me ahoga sin tregua. Tan noble eres como para susurrarme que no me aflija ¿que solo ha sido un accidente?nada de eso, te he asesinado vilmente. Debí haber intuido que venías a mi lado, pegado al automóvil triturador, y era yo el que manejaba la máquina, el que dirigía el volante, el que ha girado y ha causado tu final. Tú, tan vivo, tú que me acompañabas a las duras y las maduras, tú que te desvivias por una caricia, por una palabra, por una reprobación sin exigir nada a cambio, solo mi atención. Ahora tú no estás y yo tengo que continuar recordando tantos momentos juntos. Cuando me veías triste te solidarizabas y tratabas de animarme apoyando tus patas en mí; cuando me detenía sin ganas de seguir avanzando, tú me empujabas con el hocico; si me sentía feliz, te ponías a correr alrededor de mí mientras agitabas el rabo frenéticamente. No tengo palabras para describir esta pena, que sumada al sentimiento de culpabilidad, me oprime las entrañas.