Perdóname por no ser quien esperabas,
por estar llena de defectos,
por solo resaltar sonrisas frágiles y rotas.
Lamento no ser quien anhelabas cada minuto,
de no ser esa perfección que tantos buscabas,
y de ser tan reemplazable e insignificante.
Pero escapé de tus sombras,
dejando de respirar la ansiedad de tener tu amor,
sin seguir destrozando mi mente con el filo de tus palabras.
Ya era libre de quererme a mi misma,
mis lágrimas no eran dedicadas a ti,
y mi cuerpo nunca más se aferraría a ti.