Eres todo en mí, mi niña querida,
Eres la única dueña de mi amor,
Eres para este mundo albo color
Y para mi alma tierra prometida;
Eres mujer divina y consentida,
Un prodigioso alivio a mi dolor,
Sutil y afrodisíaco sabor
De aquella dulce fruta que es prohibida;
Y sin embargo amor tanto te quiero
Que mi único deseo, para mí,
Es tenerte y gozar, si soy sincero,
La delicia suprema que sentí
Al besar tus mejillas, mi lucero,
Y el de entregarme pleno sólo a ti…