En una noche estrellada testigo de nuestro amor
caminando por el bosque entre luces de cocuyos
me amaste entre las sombras.
Si la noche estaba fría, tú cuerpo la calentó
por la pasión que sentía cuando mi cuerpo te amó.
Las luciérnagas volaban girando a tu alrededor
iluminando el momento de nuestra entrega de amor.
De tu pecho salió un grito de amor que me en emocionó
y entendí cuánto me amabas porque así te amaba yo,
cuando al gritarlo tu cuerpo con el mío se fundió.
No existirá la distancia mientras nos una el amor,
y tú y yo nos amamos porque así lo quiso Dios.