Al fin la muerte ha llegado a mi puerta,
hoy será el día en que me recordarán…
Hoy he dejado abierta mi alma al llegar,
por donde se escurrirán los demonios de brea
que alguna vez juraron acallar el dolor.
Son tantas las sombras que acaen sobre mí,
sobre mis pesados ojos
que pierden su brillo dentro de las flamas,
y sumido sobre mis propias infamias
la habitación se decora en infierno y condena.
Y la muerte y los demonios y las flamas
ya se pasean por la sala,
pero con vehemencia.
Pirueta la muerte en su vals hermoso…
¡Al fin la muerte ha llegado a mi alcoba!
Sus túnicas inmundas en sangre seca
limpian mis heridas,
sus mejillas pulidas en calcio y tiza
consuelan las albatros de mi pena.
Su magnánima presencia,
veladora del tiempo
yace a los píes de mi cuerpo pero
¿Qué le ocurre a la muerte?
Que riega sus lamentos sobre mí
¿Estará feliz de verme
o se conduele en mi condena?
Hoy por fin ha llegado la muerte
que llora en la alegría de un alma nueva.
Sonríe la muerte,
Como quien recibe a su amado,
Sonríe la muerte,
como quien consuela al desahuciado.
Su gélido aliento augura final,
sus pasos dictan los tintineos de sus cadenas
de lava, forjadas sobre los cráneos molidos
de sus almas mas devotas.
Es la muerte en persona quien viene por mí…
Hoy al fin ha llegado la muerte
¡Déjame llorar solo muerte!
Para así despedir a la vida en mis ojos.
Tributo Chester Bennington (1976-2017)