kavanarudén

Refúgios del alma

 

Me adentré sabana adentro.
Caminaba, miraba el horizonte.


Me detenía de vez en cuando a contemplar la belleza que me rodeaba. Silencio profundo solo interrumpido por el viento, por el cantar lejano de algún ave solitaria o algún avión lejano que surcaba los cielos.


Me gustaba mucho perderme en aquel paisaje. Siempre me dijeron que era peligroso por los animales que se pueden encontrar, mas nunca hice caso. Sabía que estaba protegido, no sé por quién o qué cosa. La seguridad la tenía y eso me bastaba.


La Gran Sabana Venezolana se caracteriza por ser una tierra con un PH elevado que no permite cosechar fácilmente. Solo crece una gramínea que cubre grandes cantidades de terreno. Se puede observar a lo lejos pequeños bosques.


En mi innata curiosidad, en una ocasión me acerqué a uno de ellos con máximo cuidado. Me adentré en medio de los árboles y enseguida pude percibir el ruido típico del agua al caer. Una cascada seguro albergaba en su interior. Me fui guiando por ese sonido hasta llegar efectivamente a una caída de agua de unos 50 metros de altura. Los hermosos espectáculos que te reserva aquella hermosa zona venezolana. No había alma alguna. Llegué a sus orillas y sin pensarlo dos veces me despojé de toda mi vestimenta. Desnudo entré en aquella agua fresca, profunda, un tanto oscura. Nadé y nadé hasta llegar a la caída de agua. Subí a las rocas, extendí mis brazos mientras el agua corría por todo mi cuerpo. Me sentí uno con la natura. Imposible no agradecer en aquel momento.

El tiempo se detuvo. Un momento místico. No sé cuánto estuve en aquel lugar de sueños. Quise grabar todo en mi memoria, que se convirtiera en un lugar donde poder esconderme en mis noches oscuras, en los momentos difíciles. Cuando el dolor toca a tu puerta y sin pedir permiso entra. En esos momentos en que la nostalgia muerde, con sus dientes afilados, lo profundo de tus entrañas. Cuando piensas que todo está perdido o no hay respuestas, solo preguntas existenciales. Lo convertí en un lugar íntimo que conservo. Solo mío en donde me refugio.


Fueron siete años en medio de aquella sabana inmensa. Puedo afirmar que fueron los años más felices de mi vida, de los cuales conservo hermosos recuerdos como los que he compartido en este momento.


Todos tenemos ese pequeño lugar todo nuestro, donde nos alejamos, donde nos refugiamos, donde sabemos que no corremos peligro y podemos renovar nuestras fuerzas.