LOS HABITANTES DEL PAISAJE URBANO...
No son simples transeúntes los que a diario veo desfilar por las calles céntricas de la ciudad. ¡No!Son personajes, de carne y huesos como todos, que deambulan cargando sobre sus humanidades, maltrechas y cansadas, un inaguantable cúmulo de bártulos, en el alma. Algunos porque pocos años, o meses en la mayoría de los casos, después de haber abandonado el vientre materno, cálido y seguro, fueron dejados como expósitos en una cualquiera acera o basurero de la localidad, la de Santa Fe; o porque, habiendo sido alumbrados en otra ciudad o localidad, vinieron a dar con sus huesos… ¡la mirada extraviada y sin norte!... al corazón de la capital, ignorando que la protervidad de algunos hombres les privó del derecho a crecer tranquilos en el seno de un ejemplar y caluroso hogar.En fin, en honor a la síntesis, categóricamente puedo afirmar que, estos – miserables de la tierra –parodiándole aquí al colosal Víctor Hugo, del cual soy apasionado epígono, desconocen las causas por las cuales se quedaron sin horizonte, unos (as); y por qué fueron víctimas del desplazamiento forzado, otros (as).
También los hay que, después de haber disfrutado los favores de noble cuna y degustado las deleitosas esencias de la opulencia, lo dilapidaron todo, entregándose al consumo desaforado de las drogas y/o el alcohol.
Pero hay muchos también, la mayoría, que han carecido de oportunidades, y para los cuales todas las puertas han permanecido, siempre, herméticamente cerradas.
No obstante observo que algunos, instintivamente, continúan su marcha, o más que eso su penoso y fatigado devenir, resistiéndose, igual que los frondosos cedros del Líbano, o que los majestuosos y espigados robles, a derrumbarse sin antes haber librado su última batalla. Entonces, echémosles nuestras manos para que sigan de pie hasta cuando su ciclo vital lo determine y, de contera, juntos nos reivindiquemos...
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES...
Condorandino