Escribo en una noche sombría, al son de tinieblas que no son oscuras
Escribo sobre un silla de seda, mientras caigo al fondo del abismo
Las palabras son como estrellas agitándose en el espacio
Y mi voz desgarra imágenes, que trascienden hacia la aurora boreal
Luz infinita, oscuridad distinta, alma de los colores imperceptibles
¿Qué hacer, cuándo la esperanza es un débil ideal?
¿Es que la muerte no ha querido apaciguar su danza?
Quiere visitar al viajero, hacer divagar su mente
Escritura espinosa, sobre suelos que millares de almas observarán
Enséñame a volar por cerebros ilusorios
A encontrar en mí al amigo que ya no volverá
Es el destino, la magia de que la certeza no exista
Aquello que me hará buscar ese trazo, ese pedazo de realidad