Hay voces cálidas, de suave terciopelo,
que acarician el alma y la enaltecen,
voces que nacen de los astros dorados del aliento
y flotan en las nubes más altas.
Pero también hay otras que muerden
y te despedazan con sus filosos colmillos,
voces que nacen frías, despectivas y punzantes
a veces burlescas y sarcásticas
Hay voces sabias, que con su silencio
irradian melodías y encienden los astros del universo,
pero también hay voces cómplices,
voces que callan como lóbregas tumbas
ante las injusticias y atropellos
Hay voces certeras, de concreto y bronce,
que cimientan los pilares del pensamiento
y se eternizan en las hojas de la historia.
Pero también hay voces malditas,
voces de humo que engañan y prometen paraísos
aunque se escondan en el azufre y el excremento
de la mentira y la viscosa falacia
Hay voces que resplandecen en mis recuerdos
y voces que jamás quisiera recordar
De mi poemario: El Tiempo y su Legado