La hoguera pone al campo de la tarde,
unas astas de ciervo enfurecido.
Todo el valle se tiende. Por sus lomos,
caracolea el vientecillo.
Canciones.
FEDERICO GARCÍA LORCA.
Otero de huertas y amparo y castigo.
¡Que dulce la mañana!
-De talanquera entre sus nidos-
Se abrieron las ventanas de su alma,
y el flamígero intenso de sus alcazabas.
Tengo tu presentimiento ardiendo aquí,
como las alas noctámbulas del colibrí.
Se abrieron los cielos de su cara,
como giraldetes de trueno y escarcha.
Tengo tus latidos aleteando aquí,
como penachos de humo carmesí.
Y el nervio fracturado de la hojarasca,
fue más fuerte que el bosque,
Las colinas y las lorigas y alabardas.
Ya no sé ni pronunciar tu nombre,
ni tocar la nada,
isabelina de tu estoque.
Y por fin emergen tus pupilas,
en intensos paisajes que iluminan,
la quemazón de tu ira,
que Inflama el humor de la fogata.
Tengo tus intenciones y tus huellas aquí,
conmigo en la distancia que viví,
siempre a tu lado sin vivir,
muriendo entre ruzafas de cenit.
Y el nervio fracturado de la hojarasca,
fue más fuerte que el bosque,
las colinas y las lorigas y alabardas.
Otero de huertas y amparo y castigo.
¡Que dulce la mañana!
-De talanquera entre sus nidos-
ROGERVAN RUBATTINO ©
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