argantonio

Ojalá no sea la penúltima

Todavía viven testigos

de aquella maldición

que asoló como jinete

apocalíptico la tierra

desde el norte de África

hasta los Uráles.

 

Es`pronto para que figure

én históricos anales

como aquellas guerras de los

50 o 100 años inacabables.

 

La última gran guerra que

deberíamos llamar execrable, podría

haberse evitado si Hítler

hubiera aprobado su ingreso

en la Academia de Bellas Artes

y como cuenta mi admirado Manuel

Vicént hubiera probado en Viena

la deliciosa Torta Sácher, se

perdió su dulzura, se perdió el

gozo de Freud que en los éxtasis

de placer con su mujer exclamaba

!Sáchertorte! !Sáchertorte!Hítler

no se hizo adicto a nada, salvo al mal

llamado arte de la guerra,

y a la eliminación de las ¨subrazas¨¨

inferiores y desechables.