Esa noche juraste que era el cielo que lucia brilloso, estrellado, pausado y expresivo, pensaste que esa paz irradiada desde el mas allá, era fruto de aquellas constelaciones de estrellas, que bifurcaban en tu mente, al percatarme que no era el cielo, que era un espejo frente a ti, que mostraba tu rostro inspirando paz, tus ojos que brillaban cual estrella motivada, tu sonrisa arrojaba destellos de luces tenues, iluminando vidas, mi vida. Donde la primavera se adelantaba a mi jardín y las flores de tu encanto adornaban todo mi sembradío de emociones, el néctar del te quiero que broto esa noche de tus labios, y emergió de tu corazón, sirvió de abono a todo esto que siento, dándole crecimiento, y esperando porque tu coseches estos frutos. Me das una caricia con tu mirada, desde el objeto en movimiento, me ilusionas el oído cada vez que tu voz suena mi nombre, me transportas al paraíso de tu belleza cuando tus pupilas dilatadas, y tus mejillas sonrojadas, dan contraste a esa sonrisa de nervios descontrolada, admitiendo que de mi, ya estas enamorada.