Hoy las nubes se erizan
y devuelven los estíos cuitados
a quienes la sangre robó los maizales
que ya no son.
Hoy la cama está vacía
y en mi costado se siente tu nombre
y el del olvido que aúlla
en venas rotas y débiles tormentas.
Hoy el gris complementa al gris
y los colores se tapan a sí mismos
con sus manos pequeñitas y amistosas
jugando en el cielo diurno e inútil.
Y los pasos hoy hacen más ruido
que el habitual,
tu sonrisa se esboza por todo mi cuerpo
que frágil se rompe en su propio cristal.
Las comisuras infectadas y las gentes
cantando a esa luz artificial,
creyendo ser fieles a la vida segura,
dejando sus almas al alcohol fatal.
Las bocas inertes bailando
entre las estrellas de la ilusión real,
que por tantos caimanes de negras cabelleras,
intentan el frágil cuerpo invadir de amor.
Fatigado de dolor se escampa la carne
de quien vivió alabando ese parpadeo
que toca el agua convertida en veneno
a la que, insensatos, van a caer y a besar.
Expreso esta rabia entre mis versos perdida,
desnuda entre la barbarie de estrellas
que sollozan dormidas entre tu voz
que impone espirales de deseo.
Se esparce el canon de querer ver con los ojos,
de ignorancia y egoísmo por un cuerpo o una pantalla,
que se mece entre las curvas de tu cigarro;
de todo el alcohol que burla con gracia.
Se esparce la tinta de la pluma olvidada:
Despertadme antes de oír el ruido.
Lustre seco.
-AMS.