Sin amor, la muerte llega
El frío intenso absoluto
se ha llevado mi alma muerta.
Rota, anda vagando hambrienta,
en un universo oscuro.
Condenado a las tinieblas,
cual si fuera Lucifer,
se lo debo a una mujer
que vestía lentejuelas.
Esta ingrata me engañó,
con cruel premeditación,
alevosía y ventaja,
matando a mi corazón,
con crueldad, así trabaja.
Su belleza era sin par,
con un cuerpo escultural.
¡Era un ángel su mirar!
Con sonrisa sin igual.
Fácil era enamorarse
¿Y Cómo no hacerlo de ella?
Parecía una doncella,
de raptarla y escaparse.
Gran indignación sufrí,
con el paso de los años.
¡Nunca fui su enamorado!
Un capricho, eso fui.
Joyas, lujos y derroche,
carne, pasión y lujuria.
Copulábamos con furia
día a día, noche a noche.
Todo parecía en orden,
eso me creía yo.
Pues mi vida era un desorden,
hasta que algo me ocurrió.
Se estiró mi piel lozana,
sin aviso se arrugó,
y en mi pelo se asomó
más de un centenar de canas.
La vil Lilith despertó
un día que meditaba,
su futuro ella miró,
ya este viejo le estorbaba.
Así que no lo pensó y
bien temprano en la mañana,
a este viejo despachó,
llevando a un mozo a la cama.
A la calle fui a parar
con más cuernos que un venado,
y un corazón destrozado,
al valle me fui a llorar.
Después de un grandioso amor,
un gran desamor nos queda.
Gélidos días esperan,
sin amor, la muerte llega.