Y un día sin siquiera imaginarlo, nuestras miradas se encontraron otra vez.
Quién iría a decirme que después de tantos años nos volveríamos a encontrar,
que mi piel se encendería, que mis manos temblarían,
que mi cuerpo te llamaría al verte pasar delante de mí.
Y en ese instante en que nuestras miradas se cruzaron, juraría que tu mente, al igual que la mía
te ha llevado aquella noche en donde me hiciste el amor.
Recordando como tus manos al acariciarme, grababan cada imperfección de mi cuerpo
y como tus labios me recorrían lentamente y re lamían sin piedad mi sexo.
Juraría que al igual que yo, has soñado noche trás noche con nuestros gemidos entremezclándose
con nuestras pieles sudadas mientras te hundías con fuerza en mí,
mientras me abría mostrándome completa ante tí.
Como la luna fue testigo de nuestros gritos de pasión,
de como la oscura noche nos enbolvió los cuerpos desnudos mientras hacíamos el amor.
Te he recordado sudado, agitado, moviéndote como un loco desenfrenado
enterrándo tu miembro duro y latente, llevándome al cielo para poder tocar las estrellas.
Y sé que, por más prohíbido que seas, por más indiferente que tu me seas
hoy, te encerraras en tu cuarto a la luz de las velas
te pondrás cómodo, cerraras los ojos, e imaginando mi mirada deleitándome
tomarás con ganas tu sexos y en mi nombre te tocarás hasta acabar.