Muestrame Señor donde
haya sed de tu presencia
y se esté apagando la luz de la fe,
habre los oídos de quien te alaba
para llevar el amor que tú regalas.
Que tu perfume santo
me de el aliento de abrir
los corazones afligidos
fundiendo la esperanza
y promesas de tu palabra.
LLevar un pedacito del cielo
y una sonrisa en cada mañana
que venga de tus manos
muy adentro de tu gracia.
Una oración se eleva
con un suspiro,
un anhelo,
y habras tocado
el banquete de mi alma
en el que está un rezo santo.
Rosa Maria Reeder
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