Calculaste muy bien cada pequeño detalle,
una balada apenas,
la luz sin desbrozar,
los cubitos de hielo y un poema de Pablo dejándose entrever
y finalmente
te miraste al espejo y advertiste
la fragancia interior de aquella página blanco
que ahora estabas dispuesta a concluir.
Digamos que fue así,
lo que recuerdo
es rojo sobre rojo y una noche más tierna
que una flor boca arriba.