Aquella tarde fría descubrí que en el mundo
Existen dos verdades: amor y realidad
Y que hay eternidades que duran un segundo
Y esbozan en un sueño su enorme infinidad.
Entendí que los besos se quedan naufragando
En el tiempo en que fueron raíz de la verdad
Y que el recuerdo es débil, que según va pasando
Lleva anclada en sus carnes una incomodidad.