Anoche pensaba en ti... trataba de coinciliar mis dudas entre las horas perdidas y un febrero que escapa al calor del invierno
Hurgué en los recuerdos
que como un peligroso rompecabezas se hacian íntimos en los lóbulos simétricos de mi mente... azaharosos descalabros de un misterio
en la más lejana utopía
Y busqué entre las anaranjadas viñetas que aparecián en mi atiborrada pantalla de fatuas sombras... tu adicta figura
Procuraba una palabra pequeña
que al menos me dijera algo importante, quizás que me hablara al oido todo eso que esperaba, de unos labios ausentes, debajo de un flamboyán... lejos de la transparente noche
Y no llegabas... huías como una huella irreconciliable con la inequívoca muerte de una sombra
Parecía que la inmensa madrugada
era indiferente en su cristalino manto
de luces, en espera
de un coleccionista de estrellas
Desesperado fuí en busca de tu ausencia entre las nieblas acorraladas de un fugaz rezo
Pensé que habias robado mi último poema,¡no! aun estaba ahí, incolume, esperando que lo leyeras
Quizas inmerso en otra realidad,
abrí aquel libro tan nuestro refugiandome en la soledad de cada verso, con un verbo que aletargado equivocaba su ruta... robaba las horas al vacío, observando al interminable techo de la luna como se alejaba de mi lecho
Y aquella blanca poesía... no la encontraba, habias hurtado cada párrafo, cada página
Solo quedaba aquel, nuestro libro desecho, en una desesperada Solitud, olvidado en el adultero desprecio de una ausencia
Entonces, esperé al alba con su cántico de azul brillo, en un oblicuo sesgo en el retal de la indiferencia... cerré para siempre nuestro libro y rompí nuestro poema.