Siendo un heraldo de la felicidad,
eres fea porque agachas la cabeza
y fatigada te muestras como un viejo.
Cuántas veces como fábula atestiguas
mentiras milenarias y mediocres,
haciéndolas pasar por verdaderas
para ocultar tropelías y desgracias.
Lo fálico es normal en tus contornos,
que no logran convencer a los estetas,
cuando piensan que en ellos el error
es lo que en otros representa crimen.
Los famosos te buscan y te envidian
apoyados en sus gustos perdularios,
y los fanáticos se apoyan en tu signo
para imponer convicciones personales
cuando atacan feroces con sus armas.
También la fortuna te acompaña
por los caminos de la filosofía,
igual que los fantasmas y los fósiles,
los fuegos fatuos y las fugacidades.
Te veneran las finanzas y te adulan
con sus falacias y sus idolatrías,
pues eres portadora, en todo caso,
de lo frágil, lo efímero y funesto.
Yo que intento traspasar los límites
con tu flaca silueta en faltriquera,
te doy la bienvenida y creo en ti
porque intuyo tu fuerza y tu futuro,
oh dama forjadora de la fecundidad.