Morían unos poemas de tiempo deshabitados,
en secreto agonizaban en esa hondura esteparia
enraizados a un árbol del que nacían mis sueños
y amparaban al ser del que brotaron en luz.
Dime tiempo si borraste las pasiones
del crepúsculo encantado que cantaba
rodeándose de amapolas y de lirios,
para dejar que mueran como la muerte del cisne.
Mas yo voy a pujar para parirlos de nuevo,
pues pisando tierra y humus y bebiendo el viejo cáliz
temblará de nuevo el alma recordando cada gesto
y cada letra esparcida en vos… tiempo estepario.
De mi libro “De poemas que morían”. 2017 ISBN 978-987-4004-38-3