Hemos tenido un romance maravilloso e inolvidable.
Nos presentaron, nos enamoramos, e iniciamos nuestro noviazgo.
Pasó un prolongado tiempo.
En algo no estuvimos de acuerdo, y nos separamos.
Unos meses después, te escribí
Una carta diciéndote que me iba al exterior.
Me respondiste que antes querías verme.
Tú viniste desde tu ciudad hacia la mía.
Aquí tenías parientes... los cuales nos presentaron...
No te dije la verdad. Te mentí.
No existía tal viaje. Fue un pretexto para verte.
Supuse que así lo desearías, y no me equivoqué.
Desde ese momento continuamos nuestro noviazgo.
La vida tiene sus momentos de felicidad,
Como también de tristezas.
Nunca en la vida he permitido ser un dominado,
Y tampoco me agrada dominar...
Seguimos nuestra relación bien.
Como debía ser. Te visitaba en tu ciudad.
Y tú venías a la mía.
Hemos tenido proyectado casarnos.
Pero, no sólo tú decidías tu destino.
Tu madre tuvo la idea de construir
Una casa para nosotros.
Tú lo sabías. Yo lo ignoraba.
Debía trasladarme desde mi ciudad
Hacia la tuya. Vivir allí.
Tenía mi trabajo en mi ciudad.
No había posibilidad en ese momento me trasladaran.
Prefería que viviésemos en mi ciudad.
Tu madre, que viviésemos en la tuya.
De común acuerdo, rompimos con nuestra relación.
Tú quedaste en tu ciudad, yo en la mía.
Separación. Compromiso anulado.
Pasa el tiempo. Me enamoré de otra.
Tú, de otro.
Te casaste. Yo, me uní.
Pasan unos meses.
Mis recuerdos de amor volvieron a mi mente.
Y, en un rapto de... ¿locura?,
Decidí volver a tu ciudad para pasar,
aunque más no fuese, por tu casa...
Y el destino quiso que tú subieses
En el mismo ómnibus en el que yo viajaba.
No sé si me viste... supongo que sí.
Si así ha sido, me ignoraste.
No diste señales de reconocer...
Como yo, te sentaste en un asiento unitario.
Me acerqué detrás de tu asiento.
Estabas... delante de mí.
Tenía ganas de acariciar tus cabellos...
Pero no lo hice. Me contuve.
El ómnibus local hizo su trayecto
Hasta el centro de la ciudad.
Te bajaste; detrás de ti bajé yo.
Te dirigías hacia una clínica.
Quise detener tu marcha, hablarte...
No, no lo hice.
Noté en tu rostro, la felicidad
De una futura mamá.
Lo que son las cosas del destino...
No quise truncar tu felicidad, hablándote...
No tenía lógico sentido...
Me contuve, y me resigné a la realidad.
Al verte así, embarazada...
Ese ser dentro tuyo, fruto del amor...
Seguías tu camino. Me detuve.
Debí no continuar persiguiéndote...
¡Para qué...! Soy, como siempre he de ser.
Un hombre que acepta la realidad.
Tomé un taxi. Me dirigí a la estación de ómnibus.
Retorné... a mi ciudad.
TENIENTE DEL ESCENARIO
HUGO EMILIO OCANTO
21-02-2018