Tengo la mirada enfocada en el techo,
el rabillo de mis ojos… ven, mi mano tendida sobre mi frente.
Veo un espejo vacío y veo los rostros que me rodean y me siento solo.
Veo la luz de la calle entrar por la ventana, apática y fría.
Luz de calle, no luz de hogar.
Y me veo a mí, rodeado de fuego y mi cuerpo frío y mi luz apagada y el pecho vacío.
Y veo mi soledad, con esa cara de ternura y esos azules labios, paseando sus manos sobre mis brazos, acariciando en melancolía mi cuerpo, enchinando mi piel y no me veo tan solo, me veo conmigo.