Tienes brazos finos y delicados
como dos zafiros los cuales saltan
por mis manos blandas mientras contrastan
con tus dientes perlas muy blanqueados.
Es entonces cuando yo me reflejo
en tus ojos verdes como esmeralda
y se pierden entre la hierba cada
vez que tu alma brilla ante un gran espejo.
Me seducen todos esos latidos
que yo escucho sobre tu apasionante
corazón rubí que está muy agitado
y resalta sobre tu exuberante
y sutil cadera que rodeando
yo voy como un loco e inocente amante.