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Hola escritora:
Comenzar a escribir
es comenzar a crear,
es como comenzar a dar la vida ,
a todo lo que está dormido;
a lo que no ha nacido
ni ha sido dicho,
en la página anterior al día de hoy
y que ahora espera ser la palabra de mañana.
Comenzar a escribir es:
sentir que lo que circula con tu sangre,
ese tic, tic, tic, tac,
que te que hace brincar
con un espasmo que te impulsa,
sin miramientos, ni autocompasiones
a decir todo lo que tú quieres
y que te dice: habla, di lo debido y lo indebido
porque tienes adentro materia de volcán,
ardores que pugnan por brotar sin miedo.
Por qué entonces no dejar
que se muevan tus manos,
para que elijan el recorrido de tus dedos y del lápiz
por las líneas del cuaderno,
o por la blancura de un papel cualquiera
que espera dar lecho y nido
a tus letras y sobre todo al pensamiento?
Por qué no despertar a los adormecidos músculos
que necesitan recorrer frenéticos
y danzar al son del ritmo musical
de tu alma y tus caderas.
Para que dejar las manos y los brazos quietos,
si no le pones el ritmo de tu palabra,
que venció el miedo al abismo
y que no sabe de finales
ni sabe de caeres, ni censuras
y solo sabe del bajar y levantar palabras
en las líneas azules del cuaderno?
Escribe, dale al lápiz sin miedo,
a tu lápiz o a tu esfero,
pon en letras grandes todo lo que sientes,
sin recelo a equivocarte,
por que basta un borrador de tinta y lápiz
o simplemente un tachón inmaculado
para enmendar un yerro.
Y si de errores de la vida, hablas,
tachón y vuelta nueva
para que el escribir sea tan diáfano
como tu derecho a ser feliz
y sin que el acento adolorido deje más huellas
que el pasajero pasar de los olvidos.
Pero ponle pasión, el amor de tus mejores días,
a lo dicho ahora, a lo que dirás mañana,
por lo que hasta ahora no has podido,
o lo que no has querido sabiendo que podías.
Escribe amiga,
estas palabras quieren alentarte
a compartir con nosotros tu riqueza,
a decir tu verdad cueste lo que cueste,
a ir más allá de tus propios horizontes,
y si son lágrimas, o risas, truenos o poemas,
entra en ese vertiginoso remolino
y desde adentro clama y grita,
y audaz recobra en verdades dichas
al carbón del lápiz y tus sueños.
Elías Liborio Tobar