Qué hermosos cascabeles
se oyen en mi jardín.
Veo volar un calcetín
Y a mis niños en tropeles.
Cómo no disfrutar
Todas las travesuras
Que hacen estas criaturas,
Al ponerse a jugar.
Y es que hasta sus berrinches
Nos causan tal diversión.
Toda esa exaltación
Convertida en bochinche.
Un mundo sin niños
Pareciera un desierto.
Que anhela un puerto
Y recibir cariños.
No importa el desaliño,
Tampoco el desorden.
que en su carita desborden
siempre sus risas de niño.
Ya sea con ferrocarril,
Con autobús o carreta.
Quiero celebrarlos con trompeta
Este treinta de abril.