A la vera de un espejo sin marco,
nadando hondo en un cigarro
cargado de penas.
Mas allá del pensamiento
rasga su voz un ángel terrestre.
Retoza jugando con sus venas,
llora a la tierra inerte.
Se acercan, entonces,
diez mujeres.
Sin mirada, sin nombre,
sin vida.
La sangre flota sobre
las manos de un hombre.
\"Yo no encuentro a quien me llore\"
suspira la mas dolida.
Perdida. Sin rumbo. Sin marco.
Irrumpe la luz a través de humo
estanco.
Vuelta a las penas del tabaco.