Corcel salvaje,
sin espuelas ni riendas,
galopas libre,
bajo una luna de plata.
Que pareciera tu trote,
sobre la piedra desnuda,
los pasos de mi amada,
cuando acude a mi alcoba.
Que parecieran tus crines,
el baile azabache,
de un mar de tizón,
cuando ella anega mi boca,
con sus besos de sal.
Que pareciera tu brío,
un vaivén de estrellas,
temblando en el cielo,
igual que su cuerpo arqueado,
tiritando junto al mío.
Corcel salvaje,
hijo del sol y del viento,
sin riendas ni freno,
sin espuelas ni dueño,
te pareces a ella,
cuando la sueño.
a.rodríguez.