Recuerdo mil soles, solitario
sin sed de beber
mil sombras sin frío,
sin ventanas , ni ganas de mirar
recuerdo un mar dormido,
como si hubiera nacido en él,
recuerdo la primera mirada
y esa, se me que quedó clavada.
Después vino el primer beso
y no era lo que soñaba,
fui aprendiendo o quizá
me enseñaron a oler las flores,
y a valorar los muñecos de trapo,
y con el tiempo comprendí
por qué un príncipe,
podría encarnarse en un sapo.