Se inclinan mis ojos en litigio con tus labios,
se despierta un valle que dormía
en la turgente curva de mis senos.
Se revela acumulado el deseo
-allí donde anidan golondrinas-
Vendrás a escanciar la corola de mi cima
para hacerme acacia de suspiros.
¡Ah! Cúspide añil, irreverencia al desnudo,
cuando mi vientre estalle en tu poniente
y sorbas de mi ombligo el infinito cielo
se colmaran las bocas de trinos dulces.