Lo capé porque era mío
a mi Fellini del alma
y así mantenerlo en calma
y evitarle muchos líos,
a salvo de desvaríos
que causan las feromonas
que exhalan las gatas monas
que van buscando amoríos.
No quiero que haga locuras,
cediendo a la tentación,
como saltar del balcón
sin importarle la altura,
al oler gatas en celo,
rompiéndose las costillas.
Mejor está sin bolillas
el gato de mis desvelos.
© Xabier Abando, 18/07/2017