Tanto cantó que murió sin aliento,
dando a su lira la nota inspirada,
para dejar en las almas labrada
esa su estirpe de grande portento.
Quedan sus letras volando en el viento
donde se observa su luz argentada;
llena de truenos, y siempre impregnada,
con esa magia del gran pensamiento!
Nobles, bravíos, sus versos se agitan
con esa savia de excelso coraje;
porque sus letras estoicas palpitan
llenas de fuerza, trayendo el bagaje
de aquellas castas que ahora dormitan,
pero que guardan glorioso linaje.
Autor: Aníbal Rodríguez.