Sobre el tejado observaba el firmamento
con miríadas de estrellas diminutas,
destellos tenues de luz, brillante argento,
pretendiendo iluminar la noche oscura,
escasa de claridad, falta de luna.
Pese a haber tantas estrellas en el cielo,
de una extraña soledad quizás, a alguna
parecióme ver llorar con desconsuelo.
Las estrellas es posible que se sientan
más bien solas, entre tantas semejantes;
hay personas que, como ellas, aparentan
ser muy próximas con otras, solidarias,
y en su fuero interno, empero, se lamentan
de sentirse en lejanía y solitarias.
© Xabier Abando 17/07/2017