Y un buen día,
en el otoño de mis años,
apareciste tú…
Cargada de flores, emociones nuevas…
Fue ver resplandecer el sol,
en la oscuridad de la media noche de mi vida,
haciendo florecer los árboles muertos
de los sueños invernales.
Quien pensaría, que cuando solo transcurría sin vivir,
volvería a respirar, a correr sangre por mis venas
a latir el corazón con fuerza cuasi desbocado.
Sin embargo, no te conozco ni me conoces
y paradójicamente, me enamoré de tí,
perdidamente, locamente y sin cura,
volviéndote esa persona especial,
tan especial que te amo en silencio,
en prosa…
en sonetos a la luna en insomnes madrugadas.
Amor platónico… idílico… prohibido… callado...
pero un amor que me transforma,
me eleva a las simas
y me sumerge en las cumbres níveas de tus montañas
que me hace viajar por el universo de tus ojos
o embriagarme con la idea
de la miel de tus labios.
Un amor que me vulnera el alma
me la desnuda, viste y destroza,
pero que al cruzarme con tu mirada
me vuelve a reconstruir dejándome en una pieza.
Un amor que me hace y deshace
que me hace estallar en un bigbang de deseos,
de pasiones contenidas
que te hace tan mía y yo tan tuyo y no…
-. Par