Salgo hacia el mundo desolado, a la intemperie ventosa
Llevo un abrigo de recuerdos, bajo un manto lunar
Camino hacia los confines de la luz, tras la densa montaña
Me espera la incertidumbre, o bien la plenitud
La luz de la luna es mi compañía eterna,
mientras divago en mi propia caja de agonías
Un gorreón ha trinado cerca de mi oído
Augurio dichoso ante la venida del sol
La nieve cae lenta, sobre las mentes de guerreros aturdidos
Sus cuerpos caen a mi lado, como pájaros muertos ante un cruel cazador
Las luciérnagas han abandonado la claridad de la noche,
no queda más que decrepitud
La noche se desvanece, el invierno hace acto de presencia
Los bloques de ilusiones han comenzado a diluirse
Encuentro la calma que tanto he buscado
El silencio perpetuo, la copa de la virtud