ACANTILADO
Prehistoria de abismos
de silente antigüedad,
en tiempos sin humanos,
mira al enhiesto acantilado.
El cincel de la ola perdura
en la piedra dura
y golpea insistente
a la paciencia incrustada
en el mineral indiferente.
Bajo la cumbre del cielo
andan huellas, por la arena,
desnudas en el suelo
(en algunas noches
y en algunos días)
batiendo alas de desvelo.
Nos amamos frente a la roca
crucificada de algas,
bajo el manto
de la inmensa soledad.
Como puntos lentos
dan vuelta en el cielo
las gaviotas
sobre el mar.
Nos amamos en horas tiernas
de tiempo y de olas.
En el silencio enorme
es la música del amor,
el eco de épocas más remotas
que la imaginación.
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