No se cual fue la chispa que lo encendio,
pero conozco el escozor que dejaron sus llamas.
Una cama de una plaza sin hacer,
ventanas cerradas, olor a humedad,
y el silencio del lugar donde habito.
Separado de mi entraña, situado,
en donde uno no tiene nada para dar,
donde el paisaje es una diapositiva ajena,
donde los días terminan ni bien principian,
y el tiempo... el tiempo se mide en recuerdos...
Seis litros de yogurt y el segundo tarro de café,
de este destierro absurdo en cada despertar.
Que serán de los mil mimos que cobijan las almohadas?
Hoy son solo mi huerto de piedra,
mi existencia en el abismo de la insignificancia.
La cuarta gillette, la misma crema de afeitar,
me aferro a ella, por favor, que no se acabe.
Y me miro al espejo, me desconozco,
arrugas templadas a filo de navajas, de dolor,
canas burlonas, la edad sin historia no tiene consuelo.
No quiero ir mas mas al supermercado,
sueño encontrarlos en el proximo tarro vacio.
Se termina el azúcar, el jabón, la Coca,
y el vino (cada día mas rápido).
Al fin de cuentas, casi se termina mi vida,
por tratar de existir sin saber amar....
A.C.F – FEBRERO 2018
ARGENTINA