Ráfaga ensordecedora.
Incisiones en piel,
y brazos atados al pecho.
Fauces que se posan
bajo los pies del sol.
Saliva y hambre obscenas
que serpentean bajo corona
de fuego.
Trompetas que arrancan
médula y tuétano de las
entrañas de la tierra.
Rugido soez que se
posa detrás del reflejo
vencido.
Puños que enterrados
esconden el nombre
de la deidad. Avergonzados de
su credo.
Vendaval que sodomiza
inmaculado cuerpo acuático.
Semilla de luz en la mesa.
Vela que se erige con pie
inamovible.
Espada que nace de la
testa argentica marina.
Respiro nuevo con voz
de árbol, de progenie con nuevos
trinos, aleteos y esperanza
hechos malmas entrelazadas
en el corazón.
Octavio Márquez