Te has ido, ya no estas, y al irte,
soy yo el que se ha perdido.
Temo preguntar si volverás,
y si vuelves, fiel amigo,
que tintineas el olvido,
si lo haces de verdad,
se amable conmigo,
dale a mis zapatos,
un descanso, un respiro,
un susurrar de gotas,
de la fuente de la plaza,
donde tu alma brota,
comienzo divino desleido
de amapolas y trigo,
de olivares que como notas
salpican el pentagrama
de tu geografía rota.
Vienes y te vas,
nunca te quedas
inquieto a veces,
a veces senda.
A veces ancho alar de pasos
que brama el pecho
que va a tu rancho.
Siempre el suelo,
nunca el cielo,
teñido de canas,
con o sin dinero.
A veces de arcilla,
grana de terciopelo
o de arena amarilla,
de amarillo albero.
Siempre sudado y oliendo a romero.
Otras cansado,
muerto, a la vista,
palio de genistas y crisantemos.