Regálame una sonrisa
para mi corazón amante;
que solo quiere adorarte,
amarte lento y sin prisa.
Abrígame con tu mirada,
esa que me desnuda lento,
que destruye mi cimiento
y tumba mi empalizada.
Tu voz es canto y poesía,
que embruja mi corazón
con su celestial melodía.
Tus besos ¡ay Dios mío!
Son dulce néctar divino.
Frescor en tiempo estío.