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EL CIRCO CATALÁN

En el circo catalán
no cabe un payaso más
y todos en patulea
por las calles de Bruselas
unos vienen y otros van.

A la cabeza, el Chamán,
presumiendo de flequillo;
y en pos de él los demás
con el lacito amarillo,
impasible el ademán.

¡Qué coñazo! ¡Qué tostón!
¡Qué hartazgo de Puigdemont
y de toda su pandilla,
bellacos de pacotilla
y trileros de salón!

¡Valla pollo que has montado,
honorable Puigdemont,
para acabar desnortado,
sin plumas y trasquilado
como el gallo de Morón!

Pero, ¿Usted no se percata,
Sr. Carles Puigdemont,
que todo en la vida pasa,
que quien la hace la paga
y se zampa su marrón?

¿Hasta cuándo el culebrón,
todos juntos en unión,
con lacitos amarillos
y caretas y flequillo
del honorable bufón?

¡Qué sandez, qué tabardillo
y cuánto bobalicón
jugando al gato y al ratón
y siempre de tapadillo
por esos mundos de Dios!

¡Qué tabarra, Puigdemont,
qué palurda sinrazón,
usted y su camarilla,
en ovejuna pandilla
y su discurso ramplón!

Sus proclamas amarillas,
voceadas sin ton ni son,
sólo son mentirijillas.
Ni siquiera el Santo Job
aguanta esta pesadilla.

Por lo tanto, los de Esquerra,
la CUP y los del PdeCat
dejen ya de fastidiar
porque lo que ustedes sueñan
jamás lo conseguirán.

Su ensueño es pura quimera
como aquel de \"La Lechera\"
y sólo conseguirán,
si persisten en su plan,
una celda en Estremera.