alupego (Ángel L. Pérez)

FRONTERAS DE TAFETÁN

 

Una rosa florecía.
Del capullo donde habita.
Donde nace su belleza.
Donde sus pétalos sueñan,
con ver la Naturaleza.
Abrazando los colores,
de su prístina existencia.
Mágicos jugos y esencias,
su corazón alimentan.

Sueña el soñador.
Que su sueño es la razón.
Soñando.
Viven en un sueño,
sin ninguna condición.
Más al despertar comprueba.
En los hechos que contempla.
La sordidez que amenaza,
los sueños que le alimentan.
Y raudo al sueño regresa,
preso de un gran estupor.

No reniega de su acento.
No desdice su color.
Ni el reflejo de sus ojos.
Negros de profundo pozo
La cristalina mirada,
que da sentido a su cuna.
Pues la hermosura,
va dentro.
Del fruto que le da vida.

Cautivo de su esplendor.
En tránsito el hombre queda.
Extasiado en su interior.
Y una luz de mil colores.
Va buscando penetrar,
en las sombras que le cercan.
Terror de las noches huecas.
Entre la Luna y el Sol.

Así, viviendo sin voz.
Camina el desheredado.
Sin el aliento soñado.
Sin una mirada tierna,
que conduzca su dolor.
Sueños desarticulados.
Difuminando su vida.
Como un soplo en la colina.
Como una ligera brisa,
perdida en un huracán.

Fronteras de tafetán.
Prisiones sin un guardián.
La Tierra libre,
sin trampas.
Donde las vidas caminan.
En esa bella armonía,
que lleva la libertad.
A.L.
http://alupego.blogspot.es/2