Es bueno que el hombre calle
y no aturda a los sentidos
con labia, a veces vana, que oculta
lo insigne en lo profano.
Es bueno callar y en el silencio
contemplar el verdor y el agua pura,
la bondad a la que canto y que brilla
no en lo fugaz sino cerca de lo eterno.
Adentrarse en el solaz contemplativo
del silencio profundo de los nidos
que esperan el milagro de la vida
es el brote vital del pensamiento.
El verbo es el soplo de las almas
que no nublan otras percepciones,
es voz la del silencio que transporta
allá lejos, cerca de lo eterno.
De mi libro “De cuentos y de poemas”. 2015 ISBN 978-987-1977-72-7