Allí vas ígnea.
Lenguas de fuego detrás.
Buscas un noctámbulo,
una noche seca, con labios húmedos.
Recorres la vida en soledad.
Con tu hoguera en el pecho.
Que aún arde con mis deseos.
Huyes perpetua. Inerte a mis llamas.
¿Qué sería de la vida sin tu recuerdo?
¿Bebería tanto como ahora?
¿Correría tras las sombras de tus formas?
Sigo esa lava que dejas de rastro.
Camino entre bares bebiendo la zozobra.
Observando los destrozos que dejas dentro.
Dos, tres, mil corazones destrozados.
Vidas mutiladas a causa de tu fugaz sonrisa.
Hombres se marchitan en los rincones.
La bebida no alcanza, no satisface al vacío.
Caminar por esta orilla sin tus brazos es suicidio.
Imitar tus besos en otros labios es martirio.
Un castigo que no tiene un final escrito.